lunes, 4 de enero de 2010

Sorpresa

Era mi primer trabajo como docente y me hacía cargo de un 6° grado con toda la responsabilidad que ello implicaba. Quería demostrar que era capaz y mi única meta era que mis alumnos amaran la Lengua y la Ciencias Sociales tanto como yo.
Como era previsible me encontré con un grupo dispar y si bien parte del grupo me seguía me enfrentaba por primera vez con un alumno especial.
Él demostraba tener más interés por jugar a la pelota en el recreo que por estudiar historia argentina. Era el típico alumno desaliñeado, incumplidor y desfachatado. Mis esfuerzos por interesarlo en el estudio eran infructosos y su boletín de calificaciones era tan lamentable como su trabajo en clase. Si por casualidad efectuaba un comentario interesante lo remataba con un chiste fuera de lugar, daba la impresión que que a él le gustaba su imagen de niño terrible.
Lo confirmé aquella tarde. Ya habían terminado las clases y me sorprendí al recibirlo en la puerta de mi casa con un inmenso ramo de flores.
¡Qué sorpresa! - dije emocionada. Él contestó: - ¡El que se va a sorprender va a ser su vecino cuando vea como quedó el jardín!

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