miércoles, 6 de enero de 2010

Amnesia

Las docentes tenemos una capacidad asombrosa para memorizar los nombres de las criaturas a lo largo del año escolar, pero como es sabido sufrimos un ataque de amnesia en cuanto esos niños dejan de estar bajo nuestra mirada. Ésta es una verdad irrefutable. No sólo olvidamos sus nombres, sino que es imposible reconocer sus lazos familiares más allá de los límites geográficos de la escuela. Por eso resulta tragicómico el momento en que una madre nos saluda con entusiasmo cruzando la góndola de los lácteos en el supermercado. Ese es el instante en que pedimos al Dios de los Registros Escolares que nos envíe una señal para poder dilucidar a quién es que tenemos que mandarle "un beso grande".

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